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El día de ayer, el presidente de Rusia, Vladimir Putin, declaró la guerra a Ucrania y lanzó una operación militar especial con la que sus tropas lograron ingresar a territorio ucraniano, situación que puso al mundo en alerta, principalmente a las grandes potencias que están involucradas.

El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, fue uno de los primeros en condenar el ataque y en señalar que Rusia “rendirá cuentas”, mientras que la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) –pacto militar firmado por 30 países, entre ellos Estados Unidos, Reino Unido, Francia, Bélgica, Canadá y Noruega– a través de su secretario general, Jens Stoltenberg, advirtieron que “defenderán cada centímetro de su territorio si Rusia ataca a uno de sus miembros”.

En el caso de México, el presidente Andrés Manuel López Obrador señaló durante su conferencia matutina que nuestro país está en contra de la guerra y que siempre se ha pronunciado en pro de la paz y la solución pacífica de las controversias, pues este es un principio de la política exterior, por lo que hizo un llamado al dialogo para que no se utilice la fuerza ni la invasión.

Si bien la postura de México es pacífica, eso no significa que no pueda verse afectado por lo que algunos expertos han llamado “la primera guerra posmoderna”, ya que un acontecimiento como este indudablemente causará estragos en la economía mundial.

Rusia es una pieza clave en el suministro de materias primas, principalmente en las relacionadas con la industria automotriz.

La consecuencia más inmediata de este conflicto podría darse en la industria automotriz, pues no solo se prevé una importante variación en el precio de los combustibles –en España se registraron precios récord, superiores a su barrera histórica, incluso antes de iniciar los ataques–, sino que también podría verse afectada la proveeduría de metales, aluminio y gases.

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En el primer caso, el precio por barril de petróleo Brent ya ha superado la barrera de los 100 dólares y acumula un alza de 36% desde diciembre, por lo que el conflicto entre ambas naciones podría dar pie a una inflación a nivel global.

Ahora bien, uno de los negocios más importantes de Ucrania es la producción de gas neón, elemento clave en el sector automotriz, ya que se utiliza en los láseres que permiten la fabricación de chips, un componente que ya enfrentaba cierta escasez a raíz de la pandemia de Covid-19 y que continúa afectando al sector.

Se calcula que Ucrania suministra cerca del 90% de gas neón de grado semiconductor a Estados Unidos

Por su parte, Rusia también juega un papel crucial en esta industria y en la fabricación de semiconductores, pues se estima que cerca del 35% del paladio, metal raro que se utiliza en la fabricación de este componente, procede de este país.

A esto habría que sumarle que Rusia también es el segundo productor más grande de aluminio a nivel mundial –superado únicamente por su aliado, China– y el segundo proveedor más importante en Europa, lo que podría recrudecer las tenciones ya existentes ante su constante alza en precios y repercutir en la manufactura de vehículos eléctricos e híbridos, donde es una de sus principales materias primas.

Lo cierto es que lograr que el conflicto entre estos dos países no tenga impacto sobre México, su moneda y su industria es prácticamente imposible, por lo que ahora solo queda observar  atentamente cómo se desarrolla y analizar las medidas que nuestro país puede tomar para tratar de contrarrestar efectos más severos.